lunes, 5 de octubre de 2015

RODADAS ITALIANAS. DEL MAR A LA MONTAÑA...


...El escape roncó por última vez al llegar a casa. Al 8º día, Británica descansó...


Nota del Autor: Quieren ser estas lineas e imágenes que siguen, un reencuentro con el mundo bloguero, tras un periodo de alejamiento voluntario de los mismos. Aprovecho para saludarte de nuevo, o de inicio, si pasas por estos lares por vez primera.



Hilvanando carreteras de montaña, nacionales, localidades y mucho kilómetros de autopista, el único destino fijo era el Vaticano, la Casa de Pedro.



Érase una vez.....

1º Día. Cangas- El Pont de Suert. 674 km.

Amanecía gris aquella mañana en el Principado. Los días finales de agosto traían gotas de lluvia y alguna duda...

 

Arranqué motores con el traje de agua puesto para salir rumbo al río de Las Cabras, la AS115 que lleva a Posada de Llanes desde el interior.
Las obras de la carretera, por el paso del la etapa de la Vuelta, me pararon al poco de salir.


Luego cogería la autovía y pasarían kilómetros por Asturias y Cantabria, siempre con una fina llovizna como compañera.

 

Fue en Bilbao, que cosas, donde sale el sol.

 

Dejada la A8, para volver a subir el puerto de Barazar por la N240, paré antes a quitar los plásticos y, en mangas de camisa, comenzar el ascenso.



 
Tras coronar, en tierras alavesas, pasado el pantano de Legutio, tomaría la autovía hacia Pamplona.


 

A mitad de camino, a mi derecha, observo el cordal montañoso que he de cruzar.



La subida al puerto de Lizarraga, pese a lo corta, te deja apreciar el valle en su esplendor.
 
 

Y vendría la altiplanicie posterior de esta parte del Parque de Urbasa, viva en colores.


Tranquilamente fui rodando hasta Sangüesa, y bajo un sol de justicia e idéntico calor paré a descansar y comer un poco bajo el portal de la bella iglesia de Yesa.



 

Y tocó un poco de autovía antes de llegar a tierras de Jaca.


 

Lo mejor del día vendría entre Sabiñanigo, Boltaña, Aínsa y El Pont, por una carretera disfrutona y sobre aguas turquesas, pasando túneles y cubriendo el Puerto de Bonansa.



 
  

El punto y final de esta jornada lo puse al atardecer en el cámping Alta Ribagorça, entrado en Lérida, donde, tras montar el campamento, me pegué un chapuzón en las frías y reparadoras aguas de su piscina

 

2º Día. El Pont de Suert- Arlés (Fr). 550 km. 

Sin salir del saco, bajada la cremallera, calenté café. Pese a los incipientes rayos solares estaba fresco.




 Salí de la tienda con la espalda hecha trizas. La colchoneta -que se me pasaba decírtelo- se vino abajo nada mas hincharla ayer. En el fondo del baúl se pegó el viaje, la jodía. En fin.



Tras desmontar el campamento y dejar el cámping recorro la N260. Precioso recorrido mañanero. Te lo digo yo. Dirección a Perves los primeros rayos se dejan ver en las crestas lejanas.



 

Se van enlazando curvas sobre un asfalto perfecto y sin apenas circulación, para, kilómetros después, coronar Creu de Perves.



Senterada, La Pobla y mas tarde llegaría a un soleado Sort.


 

Pregunto por el famoso despacho de lotería, que, pese a no ser yo aficionado a juegos de azar, es la de Navidad la única que pruebo. A las 10 h. que es cuando abren, la cola era larguísima. Vaya negocio cojonudo.



 

Saliendo de Sort los barrancos envuelven al motorista y uno no puede dejar de sonreír mientras gestiona los virajes.



Alguna subida o puerto menor, y poco a poco llegué a la Seu, para, en un momentín, llegar, tras hacer cola, a la frontera andorrana.



 

Mucha circulación por la capital. Siempre me llama la atención este caos de tiendas, licores y tabacos.



 

Subiendo hacia Pas de la Casa, paro en algún punto para contemplar lo bello que tiene esta parte del Pirineo.



Arriba, caravanas y moteros (la mayoría franceses) aprovechan el soleado domingo.


 

Bajé a mi ritmo hacia Ax les Thermes, para, inmediatemente, girar hacia la carretera D513 y coronar el Col de Chioula, donde comería a la sombra de unos árboles. A estas horas el calor estaba haciendo de las suyas.


 

Es sábado, las gasolineras cierran, o casi todas. En una estilo cajero automático reposto.

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En Quillán tiro esta foto a pie de puente. Son rincones preciosos.



Y en Alet paso su puente y recorro el interior de la villa.



 

Tiré millas hacia Limoux, para tomar una terriblemente cargada autopista, que se hacía imposible por la operación retorno, sobre todo a la altura de Montpellier, en los peajes.


 
 

Tiempo largo después llegaría a Arlés. Aquí busqué hotel a pie de autopista, y además de cama encontré el famoso puente levadizo que retratara Van Gogh.


 

 Como cada día engrase y revisión de cadena. Ahí dormirá hasta mañana.

 

3º Día. Arlés (Fr)- San Giorgio (It). 384 km.


Apoyado sobre el alféizar de la ventana del Ibis veía amanecer. Daba gusto.
 

Tras bajar el equipo hasta el comedor, desayunado y cargada Británica, salí hacia el centro de Arlés.

 

Reposté primeramente, para luego rodar un poco por el centro, solo por el hecho de verlo y obligarme a apuntármelo en la agenda. Uno de los centros urbanos mas romanizados del país galo. Promete mucho.

 
 

 

Tomé la autopista y con el sol de frente fueron cayendo los primeros kilómetros. Sin pasar de 115 km/h (velocidad habitual), la mentonera en lo alto, y la suave brisa matutina golpeando mi arrabalero careto.

 

A la altura de Cannes me salí. Aquí comenzará mi recorrido costero por la Costa Azul hasta bien entrado en Italia.

 

Mucha circulación para bajar hasta la playa.

 

Ante el teatro, sede del célebre festival de cine, paré. Tras el, los yates amarrados esperaban a zarpar.

 
 

 
 
 

Luego vendría Niza, con su enorme paseo marítimo.



Estaciono junto a un mirador en Eze. Desde aquí se tiene vistas guapas de la costa.




Y cachín corto después llegaría al pequeño Principado. Mónaco recibió al abajo firmante con mucho ajetreo y calles cortadas, como la que sube al Palacio y al museo Oceanográfico.



Abajo, a la entrada de un párking subterráneo disparé estas fotos. La pequeña cala invitaba al chapuzón, pero...


 

Luego visité el puerto, más yates y más millonarios amarraban su suerte en el mismo.

 

Y llegué al famoso túnel donde raikones, alonsos, halmintos...pasan arrimados al muro.



Y si, también subí y paré en la famosa curva.....


 

 Marchaba yo de tan principesca ciudad, allá por las alturas, cuando descubrí una suerte de mirador, desde el cual se tienen vistas así de majas.



Y mas playas después llegaría a Mentón.



Ya en Italia, la costa sigue siendo similar en belleza, pero cambia drásticamente la mesura en la conducción de los usuarios de vehículos...hay que ir con mil ojos.


Ventimiglia, Vallecrosia..etc se suceden ciudades y atascos. Es un poco rollo rodar así. Cansa mogollón. Voy frito..

 

Paro a quitarme coches de en medio y aprovecho para tirar alguna foto.


Más allá de San Remo y de Imperia, en Albenga, me voy acercando al final de la ruta del día.


 

Busco el cámping. Monté el campamento y directo a la piscina me fui, a una tumbona. A falta de bikinis buenas son lecturas.

Un suelo pedregoso donde dormir....vaya suerte la mía, como Lorenzo Lamas, el rey de las camas....



 4º Día. San Giorgio (It)- Vaticano. 580 km.

Otra jornada estupenda amaneció a orillas del Mediterraneo. Buena, soleada y templada.

Preparé algo de café y me puse en plan.



Recorrí el pueblo que acogió al campista, así como un poco de carretera costera.


 

La autopista vendría tiempo después. Te diré que pasé auténtica tensión al recorrerla. El tramo que discurre desde San Remo a Génova, o un poco mas, va encajonada sobre acantilados y bajo túneles sucesivos.


 

Sin apenas arcenes, la temeraria conducción italiana ponía en vilo el temple de Gelu. Una locura que se repetiría a lo largo de los kilómetros recorridos por el país.

Pasada la ciudad de donde partió Marco en busca de su mami, los valles van abriéndose.



Veo el indicador...coime -me digo-, aquí hay que salirse Gelín.


Coche a coche, semáforo a semáforo, fui llegando a la ciudad.



Pisa me dio la bienvenida.



Intenté estacionar todo lo cerca y legal posible de la famosa torre, todo bajo un calor sofocante que subía por momentos.



Y llegué a sus pies. Riadas de gentes fotografiando desde la entrada del recinto impiden, casi, el paso.


 

Mas cerca no daba crédito....la gravedad que no cesa.



Terminada la visita salí de nuevo hacia la autopista, para continuar un largo viaje hacia el sur.

En Grosetto se termina la autopista de peaje y comienza una especie de vía rápida, a cachos con dos carriles por sentido y otros de uno.


 

Llegaría luego a la altura de Civitavecchia con el mar a mi derecha y así comencé la aproximación a Roma.

 
 
Los arrabales romanos fueron mas o menos tranquilos en cuanto a circulación, ya que culebreo por calles apartadas, cercanas a mi destino.

 
 

Ya si, poco a poco, me adentré en Roma.

 
 
 

Hasta que en un giro a derecha me dí de bruces con la Casa de Pedro al fondo. Paré a retratar a Británica en un lugar, para mí, especial.

 

Luego, llegado al hotel, extramuros vaticanos, realicé el mantenimiento diario de la montura.

Duchado, ya entrada la tarde, me fui a San Pedro. Intenté buscar un rincón tranquilo, cosa difícil. Contrición, reflexión......

 

 
 
 
 

Callejeo  para ir al centro turístico romano.

 

A uno, que le gusta más una piedra con historia que un chorizo con patatas, imagínate amigo mío como volví a pasear por el Foro, Coliseo, el arco de Constantino, o la calzada, en esta ocasión en soledad......


 
 
 
  

 
 
  
 

 

La tarde fue cayendo al oeste del Tíber, y con ella se fue yendo el día, ese que me trajo en peregrinatio a estos lares.




Dormí feliz.


5º Día. Vaticano - San Marino. 549 km.


Soñé con gladiadores, césares, panes y circos...Y desperté.
Desayunado y listo para la faena, fui colocándolo todo sobre Británica, que había dormido  frente a la puerta del hotel.



Siendo primera hora de la mañana, el tráfico era muuucho. Esquivando coches y ciclomotores paso por el centro de la city.



Los accesos a Roma iban cargados de trabajadores mañaneros.



Luego, con mas tranquilidad, comencé a rodar mas relajadamente. Zona de campo, cercana a Capannacce.

 

Hasta Borgheto carretera doble sentido, luego ruta a Terni autovía.



Dejado tiempo atrás Perugia, vi en la lejanía un lago, azul como el día que estaba disfrutando.


Me salí, y bajé hasta orillas del lago Trasimeno. Estacionada la montura bajo el castillo de Passignano, descansé al sol un buen rato.


 
 

Continuaría ruta por la carretera SR71 dirección a Arezzo. Voy rodando por terreno de la Toscana.



Se ven villas en los pueblos que adornan las romas colinas que me acompañan. Es una pasada. Cipreses por doquier. Frutales repletos. Verde en demasía.

 

Quiero, o debo, cruzar la cordillera de los montes Apeninos, que parte en dos, oeste-este, la península italiana. Para ello me acerco a la localidad de Partinia, donde paré ante su iglesia.



Mas tarde comenzaría la subida por un bosque frondoso, sombreado por consiguiente y bello por obligación.


 
 

Las vistas mas espectaculares se tienen en la bajada. Serranía afilada y adornada por un verdor muy chulo.



Una continuidad de sierras se ven ante la pantalla de la Triumph.




Subo el cerro Montepetra, dejado al fondo la masa principal de la cordillera.

 

Frente a mi, en un momento dado, atisbo en la lejanía la enriscada ciudad  de San Marino.



Antes se cruza la frontera de la pequeña república para comenzar un ascenso corto y, a continuación,
bajar, pasando bajo los muros defensivos de la ciudad.

 

 Frente a ella, las montañas que previamente habíamos recorrido tras pasar los Apeninos.



Y así, tras una pequeña pérdida, encontré el cámping.
 

A oscuras, bajo la luz del frontal preparé la cena, leí y sobre un poco de césped pude dormir en el calor del saco.

 

Las nubes no dejaban ver los luceros sanmarinenses, pero desde el saco con la puerta abierta, me los imaginé....


6º Día. San Marino - Turín (It). 504 km.

Hoy prácticamente el recorrido será por autopistas, sin mucho que ver.
Antes, siendo las 06 h. de la mañana me despertaron las gotas de lluvia sobre la lona de la tienda....

Demoré mi amanecer. Pasado el leve goteo, desmonté todo y todo coloqué sobre la moto.



Me despedí del cámping y partí.



Sentido Rímini la circulación se deja hacer.


Quiero probar el agua del Adriático. En una larga playa, con gente bañándose a tan prontas horas, me acerqué hasta la orilla. Hervía. Se podrían preparar unos macarrones en 10'.


 

 Tras salir del arenal de Torre Pedrera, tomé la autopista sentido a Bolognia.

Antes me fijé en los carteles y el nombre de la ciudad que mostraban hizo que la abandonase y me acercase, era Ímola.


Camino del centro, antes, me desvío hasta la entrada del circuito de velocidad. Se escuchaban los bufidos de escapes rodando al otro lado del muro.


 
 

 Vuelto a las vías rápidas y de pago pasaron los kilómetros, lentos, pero pasaron.

Exceptuando alguna parada técnica, para cargar (ella) y descargar (yo), se pasó el mediodía.



 Y fui viendo en la lejanía la entrada a la ciudad de Turín. En la que poco a poco me adentré.

 

Busqué hotel y pude estacionar a Británica en el interior de patio usado como aparcamiento. Revisada y engrasada, ahí se quedaría a descansar.



Turín me descubrió una ciudad preciosa y llena de vida.


 

Me recuerda esta ciudad a la francesa Burdeos.


 
  

Dentro de la catedral, visita de la Síndone....


 

 Una fortísima tormenta de lluvia y aparato eléctrico se desató al anochecer. Zeus, fuego a discreción, me acunó entre las sábanas.



7º Día. Turín (It) - Avignon (Fr). 532 km. 

El séptimo día trajo consigo, además de frío y lluvia en parte del recorrido, el paso por cimas del Tour.

Antes, por la mañana, me asomé por la ventana y vi que el sol , aunque poco, se deja ver. Un alivio en forma de sonrisa cubrió mi careto mañanero.



Salida por la madrugadora Turín, con intención de tomar la autopista SS24 hacia la frontera gala.


Según me acercaba a dicho paso fronterizo, los cielos se dejaban entrever mas grises sobre las cúspides no muy lejanas.



Paré en uno de esos apartaderos que tienen las autoestradas italianas, con escaso margen de maniobra y, sobre todo, de incorporación. Paré, dije, para ponerme los guantes de entretiempo y forro interior.


Pude ver durante un largo trecho, en una finísima aguja la que, luego supe, era la Sacra di San Michele, unos restos de una vieja abadía.



Abandonada la vía de pago, pasé un soleado Oulx, donde, a la salida, paré a tirar estas dos fotos de abajo.


 

 Y seguí en una sucesión de pueblos en continuo ascenso.


Camino de Briançon el tiempo transcurría sin mas. Bajando una suerte de pequeño puerto revirado, con vistas al valle, paré a contemplar.



La llegada a Briançon se intuye no lejana. Al fondo los picachos alpinos esperan mi llegada.



Me desvié hasta la entrada al baluarte defensivo que tiene la segunda ciudad europea mas elevada.


 

En la salida, junto al río, paré un momento. El rincón lo merecía.



Entonces el valle fue abriéndose.



La llegada al col de Lautaret viene de seguido. A continuación bajo la larga carretera con intención de llegar Huez.



Bajando me voy entreteniendo con las vistas.



Hasta que llegado al lago du Chambon, pasado el túnel, me encuentro con la carretera cortada por obras. Me cabreo un poco, pues no he visto ningún cartel avisando del corte...resignado me doy la vuelta hasta Lautaret.


 

La subida al Galibier por una carretera estrecha pero de buen firme deja ver unas vistas de todo el entorno.



Hace frío, mucho. Me pasan grupos de moteros con monturas gordas deportivas y encuerados.

Arriba,  el pequeño aparcamiento está repleto de motos que suben por ambas vertientes. Yo paro un poco mas abajo, en la misma carretera. Dos héroes que, en bici de carretera, tiritando y cansados, han coronado el puerto me piden que les saque unas fotos con sus cámaras.
Mola estar aquí, ahora cuando vea el Tour....


 

Y como subí, bajé. Fui disparando fotos por aquí y por allá.



De repente, en mitad de una curva, me llevo un susto cojonudo. Un fulano, cámara en ristre, anda tirando fotos. Me mosqueo. Seguí..(Luego descubrí quien era y a qué se dedicaba en realidad).



Paso por diversos pueblos. Villas alpinas todas ellas dedicadas por y para las actividades montañeras. Bajando paso por otro col famoso en el ciclismo, Telegraf.

 

Ya en Sant Michele de Maurienne tomo rumbo norte, para desviarme por la carretera D927 por un verdísimo valle sentido al Col du Glandon.

 

Pero antes paso por villas pequeña y engalanadas, al mas puro estilo galo. Cuidadosos hasta el extremo, y siempre con un guiño a la ronda ciclista.



El cielo, que no te conté, se puso negro y feo, soltando leves gotas de lluvia. A estas altura de la película te diré que vestía pantalón de montaña y zapatillas ídem. Se que no es, en absoluto, la equipación debida para andar en moto, pero....



Así las cosas, las vistas que dejaba atrás me fascinaban.



Arriba, foto rápida y a correr.



Gotea ya en las inmediaciones del pantano de Grand Maison y el de Verney. Aterido de frío, bajaba y subía con las manos heladas.

 

 

Puse rumbo a Grenoble para tomar rumbo sur. Al carajo -me dije-, quiero ver el sol y pasar calor.


 
 

Y así, kilómetros largos después, llegué a una de las ciudades mas bonitas del viaje, la que otrora fuese sede papal en tiempos de Clemente V.
En el cámping, al pie del Ródano, monté aquella tarde el campamento.


Y pasado por la ducha, me fui a ver tan maravillosa urbe. MARAVILLOSA...


  
 
 
 
 
 
  
 

Acostado, repasé la jornada tan completa que había tenido...día del cols, curvas, fríos, lagos, lluvia y, de nuevo, sol y calores......y Avignón que se dejó hacer.




8º Día. Avignón (Fr) - Cangas. 993 km.

Antes del punto y final, con la entrada en el garaje de casa, quedarían por delante 11 horas de aburrida conducción ( a excepción del tramo de las AS115 y AS114) de autopista pura y dura.

Desperté por último amanecer dentro del saco, desayuné frugalmente, lo recogí todo y partí.

 



Comenzando el periplo rodador.



Primero dirección Toulouse, luego, sin perdida, la frontera española.



Entre medias, alguna parada para ponerme el traje de agua por la lluvia...


....U otras, para repostajes y almuerzos caloríficos con excitantes legales.





Así llegaría de nuevo Bilbao y su ronda.

 
 

Y la costa cantábrica a mi derecha, ya en Llanes.

 

La última instantánea la sacaría sobre el pueblo de La Robellada.

El escape roncó por última vez al llegar a casa. Al 8º día, Británica descansó.



Pd. Poco le he dado a la tecla este año. Y poco, además, he navegado por estos mundos blogueros. La pátina escritora me llevó a hincar la rodilla en la lona tras encajar dos directos al mentón.....que no tardemos, amig@, tanto tiempo en leernos.
Que no.

Mil gracias por pasarte.
Abrazo enorme.